Del fanzine Tertulia, tercer relato que ilustré.
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Durmiendo
en la micro
Caminé
unos siete kilómetros y medio, desde estación Manquehue hasta Universidad
Católica, mientras la tarde se convertía en noche sobre el sector oriente de la
ciudad. Los bototos me hacían doler los pies, y tenía hambre, como siempre.
Compré tres quequitos en un kiosco y me fui comiendo uno en el camino, entre
edificios de vidrio y luces de colores.
Sobre la
reja de un liceo en toma en Manuel Montt había estudiantes pescando monedas con
un tarrito, no pude evitar acordarme de mi hermano y de mí mismo hace algunos
años. Les regalé uno de los queques. Poco más allá, en un rincón vacío a la
salida de estación Salvador, en la misma vereda donde pocos días antes estuve
mucho rato escuchando una banda callejera de jazz, solo encontré silencio,
viento frío y hojas secas.
Al sur de
la rotonda que divide los dos Santiagos, me encontré con un vagabundo al que
llaman ‘El Enólogo’. Conversamos un buen rato, rodeados de perros. Tiene
historias graciosísimas. Al notar que venía cansado de tanto caminar me ofreció
un tarro plástico como asiento. Le regalé el último quequito en señal de
agradecimiento, mientras veíamos la tele que tenía enchufada a la mala en plena
vereda. Pensé en regalarle un vino si lo veía de nuevo.
Llegando
a la avenida Portugal tomé la 345 que recién partía, apoyé la cabeza en una
ventana, cerré los ojos por un momento, y los abrí al otro lado de la ciudad, a
pasos de mi casa.
Ricardo Palma Fuentes
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Dibujo: Tiralíneas y lápices tombow sobre papel bond.
Miércoles 14 de junio, 2017.
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